Carlos Saldarriaga es la prueba viviente de que la inseguridad en el suroeste antioqueño está cada vez peor y ni la Secretaría de Seguridad de Antioquia ni las autoridades competentes están haciendo lo suficiente para solucionar la problemática.
Carlos, un hombre trabajador que se gana la vida manejando carro en Medellín vivió una experiencia aterradora por causa de la inseguridad que azota al país y que, sin duda alguna, ha incrementado en los últimos años.


Saldarriaga es oriundo de Andes y la ciudad lo tenía tan estresado que tomó la decisión de buscar trabajo en fincas en el suroeste antioqueño; en medio de la búsqueda de empleo, vio en internet un clasificado muy tentativo así que comunicó al número que aparecía para averiguar de qué se trataba.
Cuando se contactó con la persona, le contestó un hombre aparentemente amable y le explicó que lo necesitaba para hacer labores de aseo, cuidado de piscina, guadañar y todo lo relacionado con limpieza y apoyo en la finca, además, lo motivó ofreciéndole un sueldo superior al salario mínimo y le dijo que no iba a estar solo porque contaba con 5 trabajadores más.
A Carlos le gustó lo que le pintaron y le pidió los datos de la ubicación al señor para desplazarse hasta el lugar. Así que el pasado jueves 4 de septiembre se fue rumbo a la finca de recreación Los Restrepo, en la vereda Tapartó, yendo para el municipio de Andes en el suroeste antioqueño.
Durante el trayecto nunca perdió comunicación con la persona que le estaba ofreciendo el empleo, siempre mantuvo contacto y constantemente le pedía que le enviara su ubicación por WhastApp y fotos del lugar en el que se encontraba.
Saldarriaga ya llevaba muchas horas caminando, cada vez se adentraba más al monte porque así se lo indicaron, hasta que llegó un momento en el que le dijeron que no caminara más porque lo iban a recoger en una moto; confiado, se le montó a un joven que le dijo que lo estaban esperando en la finca, detrás de él iban otras 2 motos, situación que le pareció algo sospechosa.
Cuando llegaron al lugar había varios hombres con tapabocas y le preguntaron si sabía a qué iba él y quiénes eran ellos, Carlos se asustó y les respondió: “Pues supuestamente vengo a ver una coloca de una finca que me ofrecieron y estoy muy animado y no, no sé quiénes son ustedes”, estas personas se identificaron de la siguiente manera “Nosotros somos las Autodefensas Gaitanistas Unidas de Colombia, usted en estos momentos queda a disposición de nosotros, no se ponga a hacer tonterías”.
De manera inmediata, le pidieron los teléfonos de sus hijos para indagar más sobre su vida y, de paso, extorsionarlos. Comenzaron a llamar uno por uno, pero nadie respondía. En medio de la desesperación, Carlos estaba dispuesto a hacer lo que fuera por recuperar su libertad. Mientras marcaban, cometieron el error de llamar a una persona equivocada o tal vez a una víctima anterior, quien contestó la llamada y gritó: “¡No les vaya a creer, ellos son unos estafadores, no les dé ninguna información!”
Los miembros de las Autodefensas Gaitanistas Unidas de Colombia se exaltaron y salieron del rancho unos segundos para discutir sobre lo que hizo la víctima, y fue el momento indicado para Carlos huir a través de una ventana y correr como si no hubiera un mañana.
Por fortuna, logró escapar y pidió ayuda a una persona que conducía un furgón para que lo llevara hasta una vía principal y así regresar a la ciudad de Medellín.
Su historia es un milagro, vivió para contarlo, logró escapar de las manos de estos delincuentes, desadaptados y ahora, hace una fuerte llamado a las autoridades competentes porque siente que tienen abandonado el suroeste antiqueño: “Cuando estaba Uribe la seguridad era muy buena, uno podía viajar tranquilo, pero esto se volvió una inseguridad muy horrible, por donde usted camina tiene que hacerlo con mucha precaución”.
Falta presencia de las autoridades competentes
El caso refleja una situación que preocupa en varios municipios del suroeste antioqueño: la limitada presencia de las autoridades en las zonas rurales. La falta de patrullajes permanentes y de una reacción oportuna frente a las denuncias ha creado un ambiente de inseguridad que afecta todos los antioqueños, quienes sienten que no cuentan con la protección suficiente del Estado.
¿Sirve de algo la Tasa Especial de Seguridad y Convivencia Ciudadana?
A pesar de la creación de la Tasa Especial de Seguridad y Convivencia Ciudadana por parte de la Secretaría de Seguridad de Antioquia, los hechos recientes demuestran que la medida no ha generado un impacto real, particularmente en zonas rurales donde los delincuentes actúan con impunidad. La ciudadanía sigue expuesta a secuestros, extorsiones y otras formas de violencia, lo que pone en entredicho la eficacia de este recaudo. Los recursos recaudados no se traducen en presencia efectiva de las autoridades ni en estrategias claras que restauren la confianza.
Además, el país arrastra las secuelas del abandono en seguridad nacional durante el gobierno de “Paz Total”, una política que buscó negociar con grupos armados como el ELN y disidencias de las Farc. Según varias fuentes, esta estrategia no logró reducir los niveles de violencia, sino que consolidó economías ilícitas; un fracaso cuyas consecuencias hoy padece la población civil.
En este contexto de vacíos institucionales, ¿no sería el momento para que el gobernador de Antioquia evalúe si su actual secretario de Seguridad, Luis Eduardo Martínez Guzmán quien asumió el cargo en enero de 2024 es el indicado para liderar la protección ciudadana? La inseguridad creciente, sumada a la ausencia de resultados visibles, exige respuestas claras; es plausible preguntarse si sería más eficiente designar a alguien con capacidad probada en seguridad ciudadana y protección de la población civil.
Redacción NOTIRED360
Anexamos: publicación hecha por los delincuentes en Facebook y número de celular.


