Laureles Patrimonio Vivo, varios expertos expresan sus opiniones en torno al desmejoramiento del patrimonio cultural y arquitectónico de esta zona del centro occidente de Medellín.
Por Wilson Daza. Comunicador Social-Periodista. UPB
15 barrios, una comuna 11 que nació como el primer sol de la ciudad porque su trazado se pensó circular, un territorio que sus habitantes consideran el mejor vividero de Medellín, una zona que está siendo repensada por la dirigencia oficial y no oficial por el deterioro de su patrimonio cultural y arquitectónico: es Laureles Estadio, uno de los primeros asentamientos urbanos de la entonces llamada Otrabanda, por allá entre los años 1926 e inicios de la década de los cuarenta, y cuando el mundo, en Europa, libraba una de sus peores guerras.
Aquí la batalla era por hacerse a un lote, muy barato por cierto, en esa tierra llana, cenagosa sí, pero prometedora como pocas y por eso se le encargó al arquitecto, ingeniero, urbanista, filósofo, escultor y muralista colombiano Pedro Nel Gómez Agudelo construir allí las bases del que se convertiría, con el tiempo, en uno de los mejores sitios para residir en la capital paisa: una verdadera Ciudad Jardín o como la llamó Pedro Nel: “la Ciudad Moderna”, una zona que reuniera tres principios fundamentales: higiene, comodidad y belleza, pero dándole especial énfasis a los jardines, los parques, la arborización, vías amplias y verdes y muchos espacios libres.
La pensó como París… concéntrica, circular y con transversales y diagonales que se alejaban de su núcleo central y la entonces llamada Universidad Católica Bolivariana se convirtió, como un Arco del Triunfo, en el punto de partida de este proyecto urbanístico que consideró siempre construir el campus universitario, y desarrollar un gran proyecto inmobiliario que incluiría amplios senderos, parques, muchas zonas cubiertas de árboles y grupos de viviendas de no más de dos pisos: el paraíso paisa, la Ciudadela del Empleado subsidiada por la Sección de Construcción y Habitaciones de la Cooperativa de Empleados de Antioquia, … y así fue y así se hizo.
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Hoy, Laureles Estadio, la Comuna 11, nadie lo discute, es un ejemplo de calidad de vida en la capital de Antioquia por muchas razones, pero hay una discusión en ciernes que tiene a los expertos en urbanismo y desarrollo, y a los que vigilan y cuidan el patrimonio cultural y arquitectónico, no con los pelos de punta… ya están casi calvos de la pensadera… y tienen sus razones.
Germán Benjumea Zapata, maestro en Artes Plásticas, especialista en Gestión y Promoción Cultural, Magíster en Historia, candidato a doctor en Filosofía y residente de esta zona tiene una mirada muy particular sobre la discusión que se plantea, es una visión más humanista.
“La pertinencia de hablar de patrimonio hoy es sumamente importante: el patrimonio cultural, esos valores, esas expresiones, esas manifestaciones que dicen quiénes somos, no a quién nos parecemos. ¿De dónde venimos? ¿Para dónde vamos? Vivimos en una sociedad contemporánea, una sociedad de simulacros donde muchos pensamos que tenemos audiencia, donde en las redes sociales todos estamos montando una escena y, a veces, se nos olvida lo más importante… la identidad… quiénes somos.
¿Quiénes somos los habitantes de la comuna 11? ¿A qué se refiere el tema de pertenecer a un territorio? Con esos hitos, esas improntas, esas marcas que tiene el territorio, esas marcas que están en las calles, en los servicios, en los monumentos, pero que también están en las historias y también están en los nombres, en las familias, en las fiestas, las tradiciones, los ritos. Todo eso hace parte del proceso de identificar quiénes somos. Por eso hoy, en un mundo globalizado, un mundo acosado por lo material, por la transformación, por el afán de acumular… borrar la memoria, borrar el patrimonio, borrar la identidad es un tema que vivimos a diario”.
Y esa es la discusión en la comuna 11. Que las inmensas casas de barrios como Bolivariana, Florida Nueva, Lorena, Las Acacias, Laureles, el Velódromo y Suramericana, entre otros, están desapareciendo para darle paso al metro cuadrado y vertical que se multiplica en espacio para ganarle espacio al cielo y para llenar las arcas de las empresas constructoras.
Donde antes hubo una casa de dos pisos, un garaje, un carro y cuatro o seis habitantes hoy hay 10 pisos, 40 apartamentos tipo colmena, 40 carros, 100 habitantes N.N. que ya no hacen parte de la historia de la zona y ningún vecino porque a nadie le importa ya esa palabra, interpretando las palabras de otro analista del tema, el comunicador social, filósofo, escritor y profesor José Guillermo Ángel, más conocido como Memo Ángel.
Él afirma: “Todo eso dañó y acabó con la personalidad del barrio , se multiplicó el consumo de agua y energía y la producción de basura. A la calle le nacieron más ojos para vigilar ante la llegada de los nuevos dueños y se acabó la vecindad que es la que hace sociedad civil, es decir la gente de a pie, la que siente que el afuera les pertenece, la que camina y crea y da seguridad, la de los pequeños negocios donde a uno lo conocen y se construye tejido social. Una sociedad civil que diga que queremos vivir en un barrio porque el barrio nos permite no solamente familiarizarnos con los demás sino tener una identidad”.
Es vivir en comunidad y eso es lo que se está resquebrajando, de a poco, en la Comuna 11. No son los nuevos edificios, es perder el sentido de pertenencia por una zona que siempre lo tuvo.
Ahora, hay visiones diferentes. Por ejemplo la que plantean ingenieros y arquitectos. Sergio Gaviria Vieco, arquitecto de la Universidad Pontificia Bolivariana, docente de la misma institución, acuarelista y bebedor… de café, como él mismo se presenta en su perfil de Facebook tiene una mirada mucho más práctica acerca de esta disyuntiva.
“Esta comuna 11 es algo ´sui generis´. Es un territorio al que no se le ha dado la importancia que tuvo. Esta comuna creó ciudad en las características paisajísticas y de conformación urbana que son bastante meritorias y que se perdieron por el atiborramiento del desarrollo urbano de la zona de hoy en día.
La vida del barrio y de las personas de épocas pasadas ha cambiado. Hoy ya no es lo mismo.. Antes podíamos salir a la calle a jugar un partido de fútbol hasta que llegaba la policía, ´la bola´, como la llamaban. Se podía jugar ´pañuelito´ en la calle con pequeños grupos de vecinos, barras como las llamábamos en ese tiempo. Hoy eso desapareció… pero, le digo, yo no soy añorante del pasado. Como arquitecto tengo una visión de que las cosas cambian, se transforman, hacen simbiosis, transformaciones adecuadas y para nada veo mal que muchos lugares de Laureles se conviertan en locales comerciales, que se acabara la Casa del Millón, que tumbarán casas de familia representativas y se construyeran edificios. Para mí son hechos que tienen que pasar. A mí no me molesta. Yo creo que volver estático un barrio de la ciudad de ninguna, de ninguna manera es válido. Hoy en día no. Por la inmediatez, por la velocidad del desarrollo, por la sobrepoblación. Que aparezcan edificios en altura es un hecho que se dio por las circunstancias del mercado, por el crecimiento demográfico, por el volumen de personas… ¡ya no cabemos!”.
Y en su reflexión sobre el tema también considera que la ciudad tiene que ser práctica y que no hay que ver estas situaciones con exagerada remembranza, aunque reconoce que hay íconos, símbolos o elementos de la historia que merecen permanecer vigentes, que deben ser patrocinados por el Estado y los entes gubernamentales en un proceso de restauración que los rescate y los resguarde como un símbolo histórico de la región.
Luis Hernán Herrera Cano, especialista en Mercadeo de la Universidad Eafit, seguidor acérrimo de los animales, habitante del barrio San Joaquín por más de siete décadas y un enamorado de este territorio de la Comuna 11, tiene su propia postura sobre esta discusión después de haber vivido lo que fueron los mejores años de la cotidianidad de su comunidad.
Él dice: “Crecer duele y con el crecimiento también vinieron otros problemas al barrio. Vino gente extraña. Empezó a transformarse un barrio que, en sus inicios, fue muy uniforme en su arquitectura aunque sabemos que el origen o el trazado de todos estos barrios de la Comuna 11 lo hizo el maestro Pedro Nel Gómez. Pero él muy pronto tiró el proyecto y lo dejó en manos de muchos otros arquitectos que no conservaron realmente mucho de lo que él dejó. El trazado original sí, pero sus estilos arquitectónicos propuestos inicialmente, que eran el Bauhaus y el nuevo Bauhaus, ceden a un estilo californiano o nuevo californiano y muchos otros, porque eran demasiados los arquitectos que participaron en este proyecto que, al final, se convirtió en una mezcla muy abigarrada de diseños pero que, de todas maneras, entre todos, generaron una personalidad y le dieron una identidad al barrio en sus trazados.
Lo que sí es cierto es que junto a Laureles barrio se generó una escuela de arquitectura que, luego, se desplazó a otros barrios de la zona: Velódromo, el Nogal, Conquistadores.
Después muchos emigramos, pero de las cosas más emocionantes de mi vida fue volver aquí. Fue hace 22 años que regresé a San Joaquín. Sufriendo o disfrutando. Sufriendo porque ya no era lo mismo. Se desplazaron muchas personas a la zona y se apropiaron del barrio, pero es un territorio muy grato para vivir así nos acose la inseguridad. Son más las cosas buenas que hay aquí para disfrutar”.
Ahora, la comunidad también tiene que ser tenida en cuenta en esta discusión y ojalá Pedro Nel Gómez estuviera vivo para que manifestara también sus pensamientos sobre el tema, pero la primera sí lo puede hacer.
En un informe periodístico para el periódico Gente de Laureles vecinos de muchos años de permanencia en la comuna 11 manifestaron que es cierto y evidente que el patrimonio arquitectónico y cultural se está perdiendo por la transformación del barrio. “Cada vez son menos las casas antiguas que quedan en el sector. Esas viviendas grandes que se caracterizan por ser de un piso, con muchas habitaciones, varios patios y hermosos antejardines están desapareciendo.
Y ellos, que han tenido esas casas por generaciones, se preguntan ¿Qué es lo que está sucediendo? “El patrimonio arquitectónico se ha ido perdiendo de a poco durante los últimos años, así como las familias tradicionales que lo habitaban ya que han ido migrando a otros lugares por diversas causas”, opinó para ese medio Alix Arbeláez, una vecina que vivió durante 16 años en Laureles y cuya abuela vivió durante toda la vida en esta comuna. Y agregó: “Hace 20 años Laureles era un barrio donde predominaban las casas y los edificios eran pocos, por lo que se prestaba la vida en comunidad. Hoy en día son cada vez menos casas y más edificios, donde lo que prima es la rentabilidad y las ganancias, por lo que el barrio diseñado en sus orígenes como un lugar familiar, hecho para levantar hijos, está quedando atrás”.
La situación es muy compleja. Son varias las posiciones y la verdad es que cada quien tiene algo de razón, pero algo hay que hacer. Si se mira la postura del artista plástico Benjumea Zapata él plantea respuestas y soluciones:
“Valorar el patrimonio nos permite entender el valor de lo nuestro, nos permite entender en los nuevos muchachos, en las nuevas generaciones el valor de la pertenencia y la pertinencia, el valor de respetar, de valorar lo público. Entender que no somos solos sino que somos un colectivo. De ahí, cualquiera de nosotros, y si vive en la comuna 11 mejor, debe gozar el privilegio de vivir en Otrabanda, como llamaron antes al sector”.
Invita a que no se piense que el patrimonio es una cosa de adultos mayores o que son solamente tiestos o edificios viejos. No. Asegura que el patrimonio es como la raíz del árbol que se vuelve imprescindible e importante para que éste crezca y se eleve al cielo. Un árbol sin raíz no crece. Llama a que hay que esperar solo el fruto sino a conservar esa raíz y abonar el terreno para que éste vuelva a surgir. Palabras sabias que tienen como invitación a identificar, valorar y proteger, de manera conjunta, un patrimonio que nace en el seno del hogar y de la familia.
“El primer patrimonio es tu hogar, tu familia, es tu casa; pero también es tu calle, es tu barrio, es tu ciudad. Es ahí donde tenemos que mirar cuáles son esos elementos patrimoniales. Hoy, lamentablemente muchos de nosotros no los vemos, pero ustedes pueden ver la transformación del uso del suelo.
Los invito y las invito a que valoremos no solamente esos grandes edificios, que la Macarena, que la Casa Amarilla, que el Estadio, que el Centro Cultural de la Facultad de Arte donde era antes el Museo de Arte Moderno, no. Hay también que visitar todo ese parque de esculturas que está alrededor del edificio Suramericana, mirar la cantidad de academias de danza, de baile, de distintas manifestaciones de cultura que tenemos. Es que la comuna 11 se baila.
Hoy el papel no es pelear con lo que se tiene. El papel es identificar lo que tenemos para proyectarnos al futuro. Muchos de estos bienes son propiedades privadas que algunas de estas familias las conservan porque saben la importancia de lo que tienen. Nuevas generaciones estarán pensando en su valor económico, sin embargo hay un valor más importante porque es invaluable… el de la identidad.
Por eso los invito, las invito a que recorramos el barrio con orgullo. Levantemos la cabeza, abracemos a los nuestros y creamos en lo que tenemos y aprendamos a respetar. Quien valora el patrimonio valora el bien común, valora el colectivo y valora la comunidad”.
Gaviria Vieco lo resuelve de una manera más salomónica y práctica, así como es él, y le entrega la responsabilidad a la nueva generación, a los jóvenes, y advierte: “Hoy en día tenemos una juventud que es absolutamente nómada, entonces es polifacética. Yo creo que así debe ser la comuna 11 y la ciudad… completamente polifacética”.
Memo, en cambio, que se sienta y se resienta sobre su idea de que Laureles-Estadio es el mejor vividero de Medellín porque se puede y se deja caminar, tiene clínicas, colegios, universidades, buen transporte, centros de consumo de fácil acceso, excelente arborización, vías en buen estado, etc, etc, etc, tiene una conclusión entre simple y extrema pero lógica : “uno puede nacer en Laureles, crecer en Laureles y morir en Laureles… y no se perdió de nada”.
Y va uno a ver… y sí.
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