En las calles de Medellín, sobre todo en las zonas de La Candelaria, Laureles y Guayabal, se encuentran viviendo alrededor de unos 100 indígenas de la mendicidad. Muchos de ellos han migrado desde el Chocó y Risaralda, por amenazas, hambre y necesidades económicas, sin embargo, la supervivencia en la ciudad es complicada porque no todos saben hablar español y para dormir bajo techo deben estar en inquilinatos hacinados y en malas condiciones.
Según el Ministerio Público, esta época es la más crítica, pues, a fin de año la población de migrantes indígenas en Medellín sube, porque las amenazas de los grupos armados son más constantes, algunos de ellos se quedan por 2 o 3 meses, pero otros pueden pasar del año.
El problema en Medellín no es que migren a la ciudad, si no las condiciones en las que viven, pues, se quedan en inquilinatos o duermen en las calles y muchos de ellos llegan con niños de brazos y ellos permanecen muchas horas bajo el sol y la lluvia.
La coordinadora del Grupo Especial de Asuntos Étnicos y Migrantes, Sonia Inés Peña, informó que este año se han recibido grandes poblaciones de migrantes indígenas.
En septiembre llegaron casi 200 migrantes indígenas de la tribu Emberas katío de El Carmen de Atrato, en el Chocó y gracias a la coordinación institucional, 177 de ellos volvieron a sus hogares de forma voluntaria y segura.
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La coordinadora indicó: “el asunto más complejo es que casi siempre son mujeres las que están en la mendicidad. Ellas, para generar un efecto en las personas, salen con niños, que a su vez se enferman, están desnutridos, tienen fiebre o enfermedades respiratorias”.
Finalmente, la Personería ha hecho un diagnóstico de estas personas y ven que se mantienen de la mendicidad en las comunas 10 (La Candelaria), Laureles (11) y Guayabal (15), aunque antes preferían el metro, se dieron cuenta de que había mucho más control allí que en otros lugares de la ciudad, por lo que se movilizaron a dichas 3 comunas.
Por: Valentina Berrío
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