El pasado martes 2 de agosto del 2021, en el estadio El Campín de la ciudad de Bogotá en el partido entre Independiente Santa Fe y Atlético Nacional, volvían los hinchas al espectáculo del fútbol después de casi un año y medio debido al covid-19, y los hechos de violencia siguen siendo los mismos. ¿La pandemia nos cambió? Yo creo que sí pero estamos peor que antes.
En estos hechos de violencia el menos culpable es el fútbol porque lo que pasa en un estadio es lo que podemos observar todos los días en las calles de Colombia. Un país donde la violencia es la única solución, donde incendian un bus con policías adentro, donde la fuerza pública golpea a la gente sin tener ninguna tolerancia, donde intentan realizarle un atentado al presidente; ¿en realidad creemos qué el culpable es el fútbol?
En Colombia los hechos de violencia siguen siendo los mismos hace mucho tiempo
Esos hechos de violencia muestran que seguimos siendo la misma ciudadanía enferma y fracasada desde hace mucho tiempo. El problema no es de ahora, en Colombia llevamos más de una década en esta situación y el día del cambio está muy lejos.
En los últimos días se ha mencionado que una gran parte del problema de los hechos de violencia en el estadio El Campín, estuvo en el sistema de seguridad de la Policia Nacional y la logística realizada por el equipo local, puede ser verdad pero eso no le da ninguna justificación a un “hincha” a golpear a otra persona y dejarlo cerca de la muerte.
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En estos casos no importa quien empezó, eso es lo de menos, acá lo importante es que como humanidad cada vez damos pasos hacia atrás. Estamos en plena pandemia del covid-19, personas falleciendo en un hospital, y ¿hay personas qué piensan en golpear a otra porque no son hinchas del mismo equipo?
Lo más triste de todo esto en que en Colombia existen mejores personas que malas pero los que generan violencia son más atrevidos. Es increíble que el “hincha” de Atlético Nacional que le dio tres patadas en la cabeza a un hincha de Santa Fe, haya terminado de ver el partido tranquilamente y mientras que eso pasaba, le comentaba a las personas que estaban a su alrededor como había golpeado a la otra persona. ¿Dónde estaba la Policía?, ¿para qué sirven las cámaras que se encuentran en los estadios?, y peor aún, se entrega al siguiente día y a las horas está libre porque no hay denuncias en su contra. Como dicen por ahí, “no estamos en nada”.
La solución no es sacar a las malas llamadas “Barras bravas” de los estadios, ellos se van para otra tribuna y los poquitos que incitan a la violencia, la generan en otro lado y ellos están felices. El problema está más a fondo, el inconveniente es la ciudadanía en la que vivimos que la primera, segunda y tercera solución es la violencia. ¿Estamos a tiempo para cambiar?, no lo sé, ojala que sí.
Por: Andrés Atehortúa
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